Hace algo más de 4 años trabajaba en una gran empresa de Software, éramos más de 400 empleados en la compañía, yo me encargaba del desarrollo y mantenimiento de aplicaciones informáticas dirigidas al sector privado.

En cierta ocasión, me encontré con que uno de los desarrolladores venía al trabajo cabizbajo, preocupado y se pasaban las horas y los días y no rendía al nivel que era necesario a pesar que ya se le había dado algún toque de atención. Probablemente lo fácil hubiese sido despedirlo, y en ese caso, ¿qué líder hubiese sido? En cambio, intenté ponerme en su piel e identificar que situación era la que le estaba ocasionando esa desidia diaria que era tan perjudicial para nuestra empresa como para sus compañeros en los que podía hacer un efecto espejo como para él mismo.

Tras una de esas muchas conversaciones de pasillo, me percaté que su problema era un sueño que estaba a punto de desmoronarse, él siempre había querido tener una casa propia y estaba luchando por ello, si bien la realidad es que eran tiempos difíciles, el valor de la vivienda no terminaba de bajar, y el acceso al crédito hipotecario hacía unos años que se había vuelto restringido. En su caso las entidades financieras con las que se había reunido le daban una hipoteca del 80% del valor de la vivienda y le faltaba un 15% para junto con sus ahorros llegar a realizar la operación de compra de esa tan soñada vivienda en propiedad.

Así que tras descubrir el motivo que le traía de cabeza y que le impedía centrarse en su trabajo, opté por ayudarle a conseguir su sueño y le propuse que nos sentáramos a analizar su situación y ver si podíamos lograr una solución juntos. Hablé con algunas de las entidades con las que la empresa trabajaba y tras exponerle la situación conseguimos que una de ellas le bajara medio punto el tipo de interés hipotecario, lo que le ayudaría a sobrellevar el gasto en su cuota, y lo más importante conseguimos que le financiaran a través de préstamo personal el 15% que necesitaba. A partir de lograr esas condiciones todo fue muy rápido, en apenas 15 días se firmó la compra de la vivienda y desde ese día se produjo un cambio de actitud en el trabajador, tanto que pasó a ser uno de los trabajadores más productivos de la compañía.

A veces ignoramos lo que somos capaces de conseguir cuando se cumplen nuestros sueños, por regla general no percibimos que cuando ayudamos a que otros consigan sus sueños también estamos ayudándonos a nosotros mismos.

¿Te imaginas lo que puedes conseguir haciendo que se cumplan los sueños que te rodean?