¿Entrar a trabajar cuando Dios manda y salir de trabajar cuando Dios quiere?

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Parece que vivimos con la constante sensación de que no tenemos tiempo, de que no llegamos a realizar en tiempo y forma nuestro trabajo, de que por mucho que nos esforcemos y dediquemos horas no acabamos realizando bien las tareas de las que somos responsables. ¿Sensación o realidad? Los datos apuntan que en nuestro país, se trabajan 232 horas más que la media europea pero se produce mucho menos. Contrastado el dato, ¿por qué producimos menos, trabajando más horas?

La razón principal es que tenemos prácticas adquiridas poco productivas:

  • El fenómeno del ausentismo, presencias que no están
  • El activismo, hacer muchas cosas pero de forma poco eficiente
  • No tomarnos un tiempo por la mañana para organizar nuestra agenda
  • No ser capaces de tener estrategias para que las personas ladronas del tiempo no nos lo roben
  • No saber aprovechar los picos de rendimiento,

y otras muchas prácticas, que por cultura o comportamientos arraigados en las organizaciones caen en cascada sobretodos/as nosotros/as sin dejarnos ser dueños/as de nuestro tiempo.

La buena noticia es que podemos aprender otras prácticas con el objetivo de gestionar mejor nuestro tiempo.

Es trabajo del equipo directivo, primero, analizar a sus clientes, el sector, las malas costumbres arraigadas en la cultura organizativa de la plantilla y sus propias costumbres. Tras este análisis, tienen que ser capaces de establecer y desplegar sus propias manillas dentro de la organización, esas manillas que le faltan al reloj de nuestra imagen.

Sabiendo de antemano que para ello se necesita madurez porque muchas de las expectativas creadas en la mente de cada persona no se cumplirán, generosidad porque en algunos departamentos del servicio no se podrá implantar algunas de las medidas, y corresponsabilidad porque es sin duda ganar-ganar.

Una vez que el equipo de dirección despliegue en los equipos las manillas propias de la organización, la gestión del tiempo irá en cascada. Y la plantilla, aprenderá a remar a favor, imitando sus conductas.

Si aunamos esfuerzos y aprendemos conductas proactivas hacia la gestión del tiempo, estaremos disfrutando de uno de los pocos elementos democráticos para todas las personas: el tiempo.

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