CULTIVANDO NUESTRAS FORTALEZAS.

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La búsqueda de la llave adecuada para lograr aquello que nos apasiona, cumplir nuestros sueños, implica un esfuerzo constante y comprometido, donde debemos conectarnos con nosotras y buscar dentro aquello que tenemos o queremos mejorar para impulsarnos hacia ese objetivo.

Aquellas virtudes personales tanto a nivel cognitivo (creatividad, curiosidad o la adquisición de conocimientos) como a nivel emocional  (honestidad, perseverancia, entusiasmo,…) tienen un beneficio directo en nuestro bienestar, en la interacción con diferentes personas en diferentes contextos de nuestra vida y nos protege de manera prudente contra los excesos

Una atención dirigida a las fortalezas de la persona genera un mayor capital mental que podrá favorecer su funcionamiento, equilibrio y una notable mejora de su calidad de vida en general. Sentirse bien y disfrutar de las diferentes situaciones de nuestro día a día es un aspecto que nos empuja, inspira y ayuda a cultivar una vida feliz y saludable.

Todo aquello que además pueda canalizar la curiosidad, los esfuerzos creativos y la innovación favorecerá patrones emocionales estables que activen nuestra personalidad de modo adecuado.

Nuestros sentimientos positivos pueden beneficiar el estado físico, psicológico y mejorar las relaciones sociales. Crean mejores mecanismos de afrontamiento, aumentan la atención, la conciencia y el desarrollo de una personalidad más estable a largo plazo, que apoyada en sus experiencias adaptativas, virtudes o en sus capacidades nos permitirá hacer frente a los momentos estresantes que puedan surgir.

Las experiencias positivas y sentimientos agradables, como la satisfacción, la diversión o la esperanza en nuestro entorno laboral, social o familiar estimulan una mayor sensación de conexión adaptativa con nuestro interior y entorno más cercano, asi como con las personas que lo integran.

Estructurar el tiempo para poder realizar actividades de disfrute y entretenimiento, activa y moviliza nuestra energía, nos empuja, motiva y estimula. De manera directa mejora la salud y puede actuar como herramienta de autorregulación que amortigue esos imprevistos o situaciones inesperadas.

Un estado proactivo facilitará afrontar las situaciones difíciles de manera más efectiva a nivel emocional y una oportunidad que potencie el contacto de la persona con sus sentimientos y necesidades y con aquellos que muestren  las personas con las que interactúa. La aceptación y autocompasión ante una situación concreta puede implicar el crecimiento global de la persona, ayudándola a liberarse de patrones perjudiciales.

La posibilidad de mantener interacciones sensibles y genuinas provoca sentimientos de tranquilidad, serenidad y de aceptación con uno mismo y su entorno. Además una visión más optimista construye e integra una personalidad estable, equilibrada y saludable, conectándose con sentimientos de generosidad, gratitud y altruismo. Dicha sensación placentera, aumenta la autoconfianza, autoestima y la creencia en las posibilidades internas de la persona que servirá de empuje y esperanza hacia la obtención de nuestros objetivos, metas y sueños.

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